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PERSONAJES VIOLENTOS PARA HISTORIAS REALISTAS

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PERSONAJES VIOLENTOS PARA HISTORIAS REALISTAS

¿Puede el cine actual seguir contando la violencia como lo hacía 50 años atrás?
La sociedad ha avanzado en cuanto a su conocimiento, sensibilidad y posicionamiento sobre la violencia. Si nuestra percepción es cada vez más realista, al mundo del cine no le queda otra que unirse a ella para construir historias con las que podamos conectar. 
Una parte fundamental de las historias cinematográficas son sus protagonistas y, el cine, en muchas ocasiones, ha bebido de explicaciones algo reduccionistas sobre la violencia para construirlos. La historia está llena de personajes célebres que así lo demuestran. Vamos a por el Top 3. 
La medalla de oro es para el psicópata. Todos tenemos en mente al Doctor Hannibal Lecter, ese personaje frío, calculador, de inteligencia superior y capaz de cometer las mayores atrocidades manteniéndose impasible ante el sufrimiento ajeno. El silencio de los corderos, junto con otros clásicos como La naranja mecánica o American Psycho, nos muestran cómo hemos construido una idea colectiva de qué es un asesino. 
La plata es para el enfermo mental. Quién no recuerda a Jack Nicholson en El resplandor. Ese exprofesor que, tras un largo período aislado en el hotel que debe vigilar durante el invierno, pierde la cabeza y acaba persiguiendo a su mujer hacha en mano. O a Edward Norton en El club de la lucha, quien siguiendo las directrices de su propia alucinación acaba entrando en el club que da nombre a la película. Otro ejemplo más reciente, Joker, villano icónico de Batman que se nos destapa en 2019 como un enfermo mental totalmente maltratado por las instituciones de Gotham. Aquí tenemos tres ejemplos de cómo el cine ha usado de forma recurrente el binomio enfermedad mental y violencia. 
Y, por último, el bronce es para las personalidades atormentadas. En el clásico de los clásicos, Psicosis, podemos ver los efectos de una madre maltratadora y la repercusión en su hijo Norman Bates. O cómo la pérdida de todo su mundo que sufre Rebeca de Mornay en La mano que mece la cuna, le lleva a escoger un nuevo objetivo vital basado en la violencia y la venganza. Aquí tenemos otra asociación habitual cinematográfica, la del trauma y la violencia, de la que, en ocasiones, incluso se desprende cierto tono de justificación. 
Podemos creer que la iconicidad de estos personajes radica en que esta fórmula funciona. ¿Pero es la única? 
Desde la psicología especializada en la violencia sabemos que todo esto son simplificaciones que funcionaron en su momento, pero la sociedad actual pide a gritos un cambio. Al igual que ha ocurrido con otros fenómenos sociales, nuestro conocimiento y percepción sobre la violencia ha evolucionado, y las historias que se cuentan en la gran pantalla, así como los personajes que las desarrollan, también deben evolucionar. La sociedad exige un contenido audiovisual de calidad, que informe, inspire y entretenga a la vez que aborde la violencia de forma sensible y respetuosa. Y sólo si se conoce bien el fenómeno de la violencia, se puede transmitir toda su complejidad sin perder un ápice de emoción. 
¿Podemos hacer buenas películas con buenas historias donde los personajes violentos sean realistas? Si tú también crees que la respuesta es sí, te contamos cómo. 
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